sábado, 8 de octubre de 2016
Sísifo
domingo, 31 de agosto de 2014
martes, 1 de julio de 2014
Radmila´s babies
sábado, 8 de junio de 2013
Equilibrio
viernes, 7 de junio de 2013
Mi pie izquierdo
En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza.
domingo, 19 de agosto de 2012
El Rescate
viernes, 17 de agosto de 2012
Secretos
domingo, 6 de mayo de 2012
Pum para arriba
lunes, 30 de enero de 2012
Abracadabra
Carrete
sábado, 4 de junio de 2011
Orgullo Gay
martes, 11 de enero de 2011
Faustino y Generosa
jueves, 5 de agosto de 2010
sábado, 5 de diciembre de 2009
Triunfo
jueves, 3 de septiembre de 2009
Trapecistas
Ícaro
domingo, 30 de noviembre de 2008
domingo, 5 de octubre de 2008
domingo, 4 de mayo de 2008
domingo, 2 de diciembre de 2007
Saltimbanqui
Cuentan las crónicas del viejo monasterio que en una ocasión pidió asilo un célebre saltimbanqui, cuya compañía de titiriteros se había disuelto. Los monjes lo acogieron como a uno más.
Pasaban los días y el saltimbanqui no mostraba especial destreza para ninguna de las tareas propias del monasterio, por lo que le acabaron aceptando como alguien inútil.
El abad del monasterio velaba para que cada morador de la abadía se sintiera querido y observaba que el hombrecillo era cada día más feliz. Decidió observarle y comprobó que terminado el rezo de los maitines a medianoche cuando todos los monjes se retiraban a descansar, nuestro saltimbanqui se escurría silenciosamente hacia la solemne iglesia y, atravesando con respeto la nave central, subía los peldaños del presbiterio aproximándose hacia el sagrario.
Allí hacía una reverencia y después de un breve silencio comenzaba a hacer piruetas, volteretas, mortales y todo tipo de acrobacias hasta caer rendido junto al altar.
Allí quedaba tendido hasta antes del amanecer que retornaba sigilosamente a su celda.
El abad le observó así muchos meses como si estuviera poseído de una energía inacabable. Sin embargo un día que sus piruetas eran especialmente bellas y que se prolongaron hasta las primeras luces del alba el saltimbanqui inútil del viejo monasterio cayó rendido para siempre bajo la mirada de Dios que disfrutaba como un niño aquella manifestación tan pura y simpática de amistad.
Y contaba el cuento en su final que el abad vio cómo unos ángeles recogían el alma de aquel hombre para llevarla al abrazo de Dios.
(Anonimo)
domingo, 7 de octubre de 2007
martes, 17 de julio de 2007
lunes, 9 de julio de 2007
viernes, 26 de enero de 2007
Papel
EL HOMBRE ESTABA SENTADO...
El hombre estaba sentado en un cómodo sillón de su escritorio.Sentía apesar de estar en el vigésimo piso el ruido de la inmensa ciudadad. Y entonces, a pesar del ruido, del murmullo de la ciudad, escuchó el sonido del grillo, su estriduleo.
Y el hombre dejó de hacer lo que estaba haciendo, porque por ese pequeño ruido penetró en su mente su niñez en el campo, su pasado feliz.Y el hombre lo tomó en sus manos y lo miró y sonrió, porque ahí estaba en su mano su niñez, sus juegos de chiquilín, sus amiguitos del colegio, sus primeras maestras, sus primeras aventuras buscando grillos...
Ahí en sus manos de hombre maduro, estaba realmente su niñez.
Y una lágrima le cayó. Y el grillo siguió sonando sus patas y el hombre lo contempló un rato y luego, suavemente lo dejó en el piso y volvió a lo que estaba haciendo. Y el grillo con confianza también siguió en lo suyo. Y el hombre no podía prestar atención a su trabajo y fue cuando se levantó dio dos pasos hacia el grillo y lo aplastó. Y entonces sí tranquilo porque había dejado de ser niño, volvió a sentarse y seguir haciendo lo que estaba haciendo.
Miguel Bravo Tedín
Festín
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.
Pipolin en azul
Necesité mucho tiempo comprender de dónde venía.
El Principito, que me hacía muchas preguntas, jamás parecía oír las mías.
Fueron palabras pronunciadas al azar, las que poco a poco me revelaron todo.
Así, cuando distinguió por vez primera mi avión,me preguntó: -¿Qué cosa es esa?-
Eso no es una cosa.
Eso vuela.
Es un avión.
Es mi avión.Me sentía orgulloso al decirle que volaba.
El entonces gritó:-¡Cómo!-
-¿Has caído del cielo?-
Sí -le dije modestamente-¡Ah! !Que gracioso!Y el principito lanzó una graciosa carcajada que me irritó mucho.
Me gusta que mis desgracias se tomen en serio. Y añadió:-Entonces !tú también vienes del cielo!¿De qué planeta eres tú?
Entreví rápidamente una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscamente:-¿Tu vienes, pues, de otro planeta?
Pero no me respondió; movía lentamente la cabeza mirando detenidamente mi avión.-Es cierto, que, encima de eso, no puedes venir de muy lejos…Y se hundió en un ensueño durante largo tiempo.
Luego sacando de su bolsillo el cordero se abismó en la contemplación de su tesoro.
Imagínense cuánto pudo haberme intrigado esta semiconfidencia sobre los "otros planetas".
Me esforcé, pues, en saber algo más:-¿De dónde vienes, hombrecito? ¿Dónde está "tu casa"? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?Después de meditar silenciosamente me respondió:-Lo bueno de la caja que me has regalado es que por la noche le servirá de casa.-Sin duda.
Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.
Esta proposición pareció chocar al principito.-¿Atarlo? ¡Qué idea más rara!-Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…Mi amigo soltó una nueva carcajada.-¿Y dónde quieres que vaya?-No sé, a cualquier parte.
Derecho camino adelante…Entonces el principito señaló con gravedad:-¡No importa, es tan pequeña mi casa!Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:-Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.
Antoine de Saint – Exupéry(1900-1944)
Atavíos
Descanso
Los pájaros se asustaron, algunas vacas dejaron de rumiar, mirando hacia las montañas un poco sorprendidas y siguieron comiendo.
La naturaleza retomó su ritmo. Y los animales siguieron comiendo y corriendo.
Pero la montaña persistió en sus gritos. Al día siguiente unos gritos mas fuertes sorprendieron a vacas y animales. Y hasta un campesino se sorprendió un poco.
Levantó la cabeza, se sacó el sombrero de paja y se rascó. Luego volvió a su tarea.
Lo más sorprendente no fue tanto que la montaña gritara sino que las otras montañas siguieron su ejemplo y también, timidamente al principio, como entonándose y dándose ánimo, lanzaron sus pequeños gritos. Y ya nadie, ni vaca, ni campesino, ni animales, se preocuparon.
Al tiempo, el grupo de montañas mucho más animado, no solamente gritó, sino cantó.
Actualmente es una gloria escuchar los atardeceres cuando el sol se aleja lentamente, el hermoso coro de montañas cantando alborozadas.
Miguel Bravo Tedín.
Mirando atrás
oleo
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Porque lo creían responsable a pesar de su corta edad,sus padres lo mandaron a comprar un atado de cigarrillos al kiosco de la esquina.
No tomaron en cuenta que la manifestación que se aproximaba era populosa y bullanguera.
No se preocuparon demasiado,al principio,por su exagerada tardanza.
A los días comprendieron que habían cometido un gravísimo error.
La manifestación lo había rodeado,englobado,engullido,en remolino que se extendía hacia lo lejos.
Volvió.Claro que furioso,echando pestes contra las desenfrenadas manifestaciones de masas y hecho un viejo nurótico e inaguantable.
Miguel Bravo Tedín.